martes, 30 de marzo de 2010

En calma

A pesar de los últimos meses pasados, hoy me siento bien. Ciertamente tengo lo que cualquier ser humano puede querer para ser feliz, sólo que en mi inconsciencia no sé valorar. Nunca fui una chica de grandes lujos, pero tampoco me faltó nada para impedirme ser feliz. Quizás le doy demasiadas vueltas a las cosas; quizás mi cabeza no sabe desconectar y se pasa 24 horas al día en horas máximas. No lo sé... pero por primera vez en mucho tiempo, me siento tranquila, como si hubiera hecho las paces con alguien especial.

No quiero ilusionarme con esta sensación. Sé que es efímera y pasará pronto. Mientras tanto, seguiré caminando por esta maldita torre donde a veces me siento protegida, a veces asfixiada. Es curioso como algo concreto puede convertirse en un arma de doble filo. Algo que te alivie y a la vez te aplaste. Te haga sentir miserable y sola. Supongo que así es cómo debe de sentirse un cocainómano después de su dosis diaria: Aliviado por quitarse el mono durante un tiempo, vacío por reconocer en el fondo de su ser que está malgastando su tiempo y su salud.

Mi caso no va más allá. Sé que no voy a morir. Aún no. Espero que no. Pero también sé que no tengo destino. No tengo más camino que el que me llevan mis pasos, uno detrás de otro. Toda mi vida ha sido una pantomima para mi misma. Sólo he sido un títere que se cansó un día de actuar. Aún así, a veces añoro esos hilos en mis manos que a pesar de saber que me guiaban, me hacía sentir como en casa. Curiosamente, nunca más me he vuelto a sentir así... "A salvo".

No hay comentarios:

Publicar un comentario