viernes, 11 de marzo de 2011

Una vuelta de tuerca más....

Ha pasado un año, prácticamente desde que escribí por última vez mis pensamientos delante de una pantalla. La situación actual personal ha dado un giro de 180º y me ha lanzado a una dirección que no entraba en los planes de esa chica melancólica, otrora triste y perdida.

Es irónico pensar en esa otra damisela perdida en su angosta torre donde tenía al alcance de sus manos la libertad y felicidad, pero ella no se daba cuenta. Siempre es más fácil autocompadecerse, que luchar ante el miedo, afrontando decisiones y caminando en la vida paso a paso.

Ahora me encuentro en otro país, en otro castillo, en otra alta torre. Mis sueños han dado otra vuelta de tuerca, y me hallo más perdida que nunca, pero con una extraña sensación de que "todo saldrá bien". No sé explicarlo al 100% de como lo siento en mi corazón, pero a pesar de estar mi vida más desordenada que nunca, me siento más tranquila que nunca.

No sé que será de mi, en probablemente unos meses, pero... algo me dice que estoy yendo por la senda correcta...

El tiempo, como siempre, será el mejor juez.

lunes, 10 de mayo de 2010

Tristeza

¿Por qué soy tan ilusa? ¿Cómo puedo llegar a ser a veces tan tozuda, cabezota e idiota? ¿Por qué tengo la maldita costumbre de encontrarme un muro y acelerar para chocarme?

Éstas son sin lugar a dudas las palabras que retumban en mi cabeza últimamente. ¿Cómo puede pasarme esto a mi?

A veces, miro a mi alrededor y encuentro restos de historias, que en frío pienso... ¿cómo ha llegado ser tan estúpido el individuo? Sin embargo, la vida, dentro de su telaraña macabra te hace ver que lo que tan obvio es en otra circunstancia, es tremendamente complejo cuando te toca a ti. Cuando tú eres el protagonista, el actor principal, estás deseando que tiren el telón, por miedo de cómo acabará la escena en el tercer acto...

Es humillante a veces pararse a pensar a dónde puede llegar el ser humano después de una serie de vivencias.

Una cosa tengo claro... soy mi peor enemigo.

Como bien dice la canción Sin llaves de El último de la Fila... "me quiero y me protejo de mi misma voz..."

sábado, 8 de mayo de 2010

Manuel Carrasco - Sígueme



Me enamoré de ti
Y qué importa si no es sano
Me divierto si te pienso
y te pienso sin pensarlo.

Sé que debo seguir
los fantasmas del pasado
se rindieron ante el beso
que plantaste en mi descaro.

Y vienes hoy por mi
como un huracán sincero
desvistiéndome la vida
y comiéndome por dentro.

Ahora puedo sentir
que tú sientes lo que siento
cuerpo a cuerpo entrelazados
desgastamos el momento.

Sígueme
te daré mi corazón
no lo mates por favor
y deja que sueñe
seguiré la señal que tú me das
como el río cuando va y con su corriente.

Y lejos ya de ti
Nunca pienses que te olvido
En la maleta del alma
yo te llevaré conmigo.

Y sepas que mi amor
Nunca pasa de puntillas
El espíritu que encierras
Lo desnudaré sin prisas.

Sígueme
te daré mi corazón
no lo mates por favor
y deja que sueñe
seguiré la señal que tú me das
como el río cuando va con su corriente.

En la orilla de tus sueños
yo te planto mi universo y sígueme.

Sígueme
te daré mi corazón
no lo mates por favor
y deja que sueñe
seguiré la señal que tú me das
como el río cuando va y con su corriente.

Y seguiré contigo sin pensar
Y seguiré contigo hasta el final
Y seguiré contigo amor…

Sígueme, te daré mi corazón
Sígueme…
Me enamoré de ti
Y qué importa si no es sano
Me divierto si te pienso
y te pienso sin pensarlo.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Rozando la decepción

Hoy es uno de esos días, en los que un simple gesto te parece un mundo. Quizás no tiene suficiente importancia, y mi cabecita loca es una máquina de autodestrucción que genera ideas equívocas y erróneas.

Hoy para mí ha caído un mito. Uno de mis jefes... (Sí... tengo más de uno)

Siempre lo he tenido idealizado. Es de ese tipo de hombres que habla con tal rotundidad que te hace pensar, lo que dice va a misa, aunque a veces alguna idea que otra revolotee sobre mi cabeza cuando sale por su boca y no termine de ver todo con total nitidez. Es del tipo de hombre que mientras sus palabras son escuchadas, el rompecabezas asoma la figura oculta; del tipo de hombre que aporta soluciones, en lugar de problemas.

Siempre intento realizar mi trabajo con la mayor eficiencia que puedo dar. Nunca he sido una persona a la que le guste molestar por molestar. Me considero una persona práctica.

Sin embargo, hoy, mientras le presentaba a mi jefe el trabajo de toda una jornada, como hago habitualmente, algo extrañó noté en su mirada. Me lo encontré hoy muy extraño, como si no fuera él mismo. Podría ser acaecido por varios motivos, ya sea por la presión que estamos sufriendo en la empresa actualmente, una demoledora reunión previa a mi visita, incluso cansacio de una mala noche y agitada. Sea lo que fuere, él estaba hoy fuera de sí.

Como es habitual, cada vez que me enfrento a un problema en mi trabajo, intento solventarlo según mis conocimientos y/o mis capacidades. Cuando realmente no consigo ver la luz en el túnel, queda anotado y a la espera de poder consultarle. Pues bien, hoy tenía varias cosas que consultarle. Y he aquí mi decepción... A medida que le preguntaba mis dudas y argumentaba mis conclusiones, no podía evitar comprobar como este gran e inteligente hombre se dejaba sorprender por el escote de mi blusa. Ya sé que pensarás... el típico tópico... pero quizás nadie sepa realmente que es una situación desagradable, verdaderamente. Mientras hablaba conmigo, si se le puede llamar así, notaba sus ojos clavados en mi, en lugar de mi trabajo. Me hizo sentir como si mis ocho horas no hubieran servido de nada...

Puede que sea una tontería, pero quizás hoy no era precisamente el mejor día para ponerse la escafandra de "aquí no ha pasado nada y yo me hago la loca". Quizás empiezo a estar cansada de un comportamiento machista en el ámbito laboral.

Ya empieza a ser la hora de que se vea a la mujer como una persona capacitada de ejecutar un trabajo.

Disculpa mi enfado, pero hoy... no tengo fuerzas para más...

lunes, 3 de mayo de 2010

La máquina de los futuros alternativos

Hace poco me preguntaron si cambiaría algo en mi pasado de lo que me arrepintiese. Evidentemente mi respuesta fue que no; nadie me asegura que hubiera tenido una vida mejor si hubiese cambiado algo antaño. Cada uno tiene lo que siembra y yo estoy muy contento con mi cosecha.

Aun así, no pude evitar pensar en dos aspectos de mi pasado que a ciencia cierta le habrían dado un giro completo a mi presente...

Y mi imaginación se puso en marcha y soñé despierto que existía una maquina comercializada en la que poniendo las decisiones tomadas en tu vida, te mostraba lo que habría sido de ti si hubieses tomado el otro camino (porque siempre hay otro camino). Y en mi mente veía a muchas personas sentadas delante de una pantalla mirando como podría haber sido su vida si no hubiesen dejado aquel trabajo, a su pareja, si no se hubiesen mudado, si hubieran hecho aquella llamada...

Y aunque el resultado que se les aparecía no era ni mejor ni peor, estaban alicaídos, pensativos, ausentes en esa película que acababan de ver en las que eran los protagonistas. No se daban cuenta que aun viviendo un corto, se sentaban a ver los largometrajes de otros.

Y me imaginé flotando por el aire y mirando a través de las ventanas de las casas a esos curiosos televidentes. Vi chicas llorando por lo que habían dejado escapar; otros se levantaban sonriendo, asumiendo que no habría estado mal. Vi ancianos riendo a carcajadas y murmurando "menuda chorrada, ya no saben que inventar".

En algún momento me asomé por una ventana en la cual vi una figura sentada en el suelo delante del televisor justo cuando terminaba su futuro alternativo, con la única luz del aparato alumbrando un salón grande y bien amueblado. Era un escenario misterioso, estaba muy bien decorado pero aun así nada llamaba la atención. De pronto la pose y la figura me resultaron familiar, pero antes de ver su reacción pensé para mi: "despierta loco, esto dejó de tener gracia".

miércoles, 31 de marzo de 2010

A paso horquilla

Tiempo de Cuaresma. Tiempo de recogimiento, retiro y reflexión. Tiempo de tradiciones, de arroz con leche, torrijas, pirulíes y arropía. Tiempo de penitencia, de amor fraterno y buenos sentimientos. Tiempo de hipocresía, de golpes de pecho, de apariencias.

Ayer acompañé a mi madre a ver los pasos de Semana Santa. Tradición curiosa. Siempre me ha parecido bonito de ver, pero nunca lo he terminado de entender como sentimiento. Me explico. Yo lo veo como una paradoja. Teóricamente, es una época de reflexión y de ánimo de mejora, sin embargo son apuntes superficiales lo que al final queda. A l@s que le gusta la Semana Santa (no es mi caso, sólo las vacaciones... y mis mayores respetos a los que compartan este sentimiento) la defienden a muerte, quieren tocar el paso, no sé por qué, y se santiguan cuando ve la imagen. Para mí no deja de ser una talla, bonita, he de reconocer el arte, por supuesto, pero que no significa nada más. No tengo ninguna devoción a una imagen, ya que es simplemente eso... una imagen. El sentimiento profundo, si existiese, que me temo que lo dudo, sería por lo que representa, no por la talla en sí.

Pues bien, cuando acompañé a mi madre, tuve ocasión de observar mi alrededor. Señoras que ocupan puestos en primera fila para no perder detalle, pero que sin embargo, están pendiente a todo salvo a la procesión... no entiendo tanto sufrimiento por conseguir ese puesto, la verdad, ya que cuando el paso hace entrada en la calle, las sorprendo a risas entre ellas mirando hacia otra parte... Curioso, la verdad. Por otro lado la típica madre (joven) que tiene a su hij@ de penitente. Esto me hace mucha gracia, a la par que me irrita. Estas señoras se pegan lo más que pueden a la gente y empiezan a vociferar el nombre del susodicho como si éste hubiera partido a la guerra hace diez años y lo viera por vez primera. Es increíble. Hacen que toda la multitud esté pendiente a ellas y a sus retoños. No sé si el día que tenga un crío (si es que lo tengo; aún no lo he decidido) me comportaré de esta manera tan vulgar. Espero que no, pero lo que sí me está enseñando la vida es que se cumple a pies juntillas eso de "No escupas p´arriba que se te puede caer en lo alto" o "Nunca digas de este agua no beberé".

Lo más sorprendente de todo, y de ahí este post, es un sentimiento que no pude controlar. No sé si fue nostalgia, emoción, impresión, pero algo me invadió. Quizás hacía mucho tiempo que no observaba esta tradición de esta manera tan cercana, pero la música, el paso acorde a ésta, me emocionaron tanto que no pude reprimir una lágrima.

Recuerdo de pequeña la misma situación. Mi madre y yo viendo procesiones. Veinte años después la historia se repite. No puedo evitar asociar un momento con otro. La chica que fui y que soñaba con ser una mujer de principios; y la mujer que me he convertido, cada vez más confusa si cabe. ¡Qué ironía!

martes, 30 de marzo de 2010

En calma

A pesar de los últimos meses pasados, hoy me siento bien. Ciertamente tengo lo que cualquier ser humano puede querer para ser feliz, sólo que en mi inconsciencia no sé valorar. Nunca fui una chica de grandes lujos, pero tampoco me faltó nada para impedirme ser feliz. Quizás le doy demasiadas vueltas a las cosas; quizás mi cabeza no sabe desconectar y se pasa 24 horas al día en horas máximas. No lo sé... pero por primera vez en mucho tiempo, me siento tranquila, como si hubiera hecho las paces con alguien especial.

No quiero ilusionarme con esta sensación. Sé que es efímera y pasará pronto. Mientras tanto, seguiré caminando por esta maldita torre donde a veces me siento protegida, a veces asfixiada. Es curioso como algo concreto puede convertirse en un arma de doble filo. Algo que te alivie y a la vez te aplaste. Te haga sentir miserable y sola. Supongo que así es cómo debe de sentirse un cocainómano después de su dosis diaria: Aliviado por quitarse el mono durante un tiempo, vacío por reconocer en el fondo de su ser que está malgastando su tiempo y su salud.

Mi caso no va más allá. Sé que no voy a morir. Aún no. Espero que no. Pero también sé que no tengo destino. No tengo más camino que el que me llevan mis pasos, uno detrás de otro. Toda mi vida ha sido una pantomima para mi misma. Sólo he sido un títere que se cansó un día de actuar. Aún así, a veces añoro esos hilos en mis manos que a pesar de saber que me guiaban, me hacía sentir como en casa. Curiosamente, nunca más me he vuelto a sentir así... "A salvo".